Pensamiento chuncano

Olímpicamente

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Por Mayra Sánchez

Los controles oncológicos siempre resultan temibles, no importa que tan sana te sientas. Esos «fantasmas del ayer» de los que habla el tango te rodean y no te dan tregua.

 

Cuando a eso se le suma «la manchita en el hígado«, Gasparín se convierte en tu peor enemigo.
En medio de eso, tu médico, ese al que le confiarías tu vida, sugiere hacer un estudio con un médico archimegatetraespecializadocapototal que, obviamente, no cubre tu obra social.
Ok, decís en voz alta para no arrepentirte mientras te sobas el culo fantaseando que te quedará como un mandril, no por el estudio, que solo una eco, sino por la factura que vas a tener que pagar al doctor con tanto laurel.
En la recepción del recomendado, te atienden dos secretarias sonrientes y amables, te dan un turno de urgencia porque entienden la angustia de tu espera.
Llegás unos minutos antes, escuchás música en una sala de espera vacía, mirás cuadritos en un lugar que transmite paz, justo en hora entrás en el consultorio y el megarobot que usa el doc te estudia todas las manchas menos las de la conciencia
Casi una hora dedica el genio que estudió lo que estudió, tiene aparatología de la última revista de robótica y un ojo clínico privilegiado. Esa hora te cuesta trescientos pesos.
Ahí te queda el culito rojo como el mandril pero del golpe cuando te desmayás. Plop, como Condorito.
Sí, como escuchaste, cien pesos menos que un alisado prohibido por ley pero realizado en cualquier peluquería. Sí, más barato que los alisados de esos que te llenan el pelito de formol y la cabeza de tumores que te encontrará un maestro del diagnóstico en una consulta de cien mangos menos que la aplicación del cancerígeno ilegal.
Y claro, no podés evitar pensar en que el médico es de verdad el capo que te dijeron. Un tipo que sabe que el tiempo y el amor son recursos escasos en esta vida modelo 16. Un tipo que decide que organizará su agenda para no cagarse en nadie y sonreirá con cariño frente a alguien desconocido a quien intuye sufriendo. Un tipo que sabe que estas asustada y podría acostarte con el precio porque vos lo pagarías pero igual elije cobrar lo que necesita.
¿Qué decir Dr Eduardo Cuvertino? Hoy, mientras veo en el diario a Calu Rivero sientiendo que la tilinguería y la pelotudes resultan demoledoras, me acuerdo de usted con su ecógrafo. Me brotan, doc, ganas de correr con un magiclik prendido hasta su consultorio del que brota música que calma. Ir a decirle gracias nuevamente.
Por usted sé que no todo está perdido aunque sean otros los que tapicen los titulares de los diarios llevando inmerecidas antorchas olímpicas.