SaludSociedad

Vivir en los tiempos del Corona

Por Verónica E. Cáceres *

Conocemos la ampliamente citada concepción de los chinos acerca de que crisis, además de riesgo y peligro, también significa oportunidad. Aunque algunos estudiosos sostienen que concebir las crisis como oportunidad no se desprende de la traducción más fiel y consideran que sería más acorde hacerlo en términos de punto crucial o crítico.

Me interesa señalar la importancia de esta diferencia. Claramente, a nivel mundial, la situación que estamos viviendo es crítica en muchos aspectos.

Parece que hemos perdido el rumbo y la ilusión de una relativa seguridad en nuestras vidas se ha hecho trizas. Tendremos que transitar todo este proceso, con la incertidumbre de no saber cómo nos encontraremos hacia el final del camino. Pero no podemos negar que cómo nos encontremos luego de haberlo atravesado, depende en gran medida de nosotros mismos, de lo que hagamos nosotros mismos.

Así cobra pleno sentido la diferencia entre, por un lado, estar en un punto o momento crucial (como algo que nos pasa) y, por otro lado, darnos la oportunidad de salir fortalecidos (como algo que hacemos con lo que nos pasa). Y creo que, en este sentido, tenemos mucho por hacer.

En los momentos de crisis, reflexionar y repensarnos es una parte fundamental del hacer, dado que nuestros pensamientos y afectos motivarán nuestras maneras de manejarnos en el mundo.

Estamos permanentemente bombardeados por información, que muchas veces reproducimos irresponsablemente, sin conocer la autenticidad de sus fuentes. Estamos informados y desinformados, en la misma medida. Por momentos ingresamos en una especie de psicosis colectiva, un estado de paranoia generalizada y muchas veces nos domina el miedo.

Solemos escuchar que las situaciones de crisis sacan lo mejor, pero también lo peor de cada uno. Las autoridades y especialistas nos reiteran la importancia de respetar el aislamiento social, de proceder de manera responsable y solidaria en nombre de la conciencia cívica. Tal vez la necesidad de la reiteración surja de la sospecha de que, como sociedad, muchas veces nos cuesta actuar de manera solidaria y responsable.

Sabemos que el miedo y el terror no suelen ser el motor de buenas acciones, más bien todo lo contrario. Como señaló hace algunos días Gustavo Chiozza 1 , cuando actuamos motivados por estos afectos solemos hacerlo de manera pusilánime y egoísta, mirando sólo la propia parcela. Como ejemplificó, nos basta ver cómo están las góndolas de los supermercados o los volúmenes de mercadería acopiados de manera desproporcionada de acuerdo al número de integrantes de una familia, para darnos cuenta que muchas veces actuamos por miedo, y que cuando así lo hacemos, nuestra vida se vuelve pequeña y egoísta. ¿Acaso qué tipo de conciencia cívica podemos encontrar en esas acciones?

Con el correr de los días, nos damos cuenta que las cosas se pondrán cada vez más complejas y nos vemos enfrentados a la imperiosa necesidad de hacer nuestro mejor esfuerzo para que nuestra vida no se vuelva miserable, en un camino sin retorno.

Como los seres complejos y contradictorios que somos, también podemos observar en nosotros y a nuestro alrededor, que estas actitudes mezquinas conviven con otras amorosas y consideradas con los demás, a través de las cuales, buscamos el bien común motivados por los sentimientos de empatía. Podemos actuar así cuando nos sentimos con la convicción de que no nos podemos salvar solos y que, aunque pudiéramos ¿qué sentido tendría? Dado que es una expresión que se puede prestar a equívocos, considero que necesitamos pensar el ‘aislamiento social’ como una restricción acotada al contacto físico. Lo que menos necesitamos para enfrentar la adversidad es estar aislados, eso nos sumiría en una desolación difícil de tolerar, y hasta incompatible con la vida. Necesitamos, más que nunca, desarrollar nuestra creatividad para fortalecer los lazos sociales, los vínculos afectivos lo más posible.

Hoy día tenemos a nuestro alcance la tecnología que, de diversas maneras, con las redes sociales y hasta con la antigua llamada por teléfono de línea, nos puede ser útil en este transe. Hay muchos trabajos y actividades que podemos desarrollar de manera remota, aunque sea en forma transitoria, con la convicción de que es lo mejor que podemos hacer por el bien de todos, para no sucumbir a un profundo desánimo colectivo. Conformamos una red, un tejido social que nos tiene y nos contiene en el calor de esa unión.

Así como las brasas aisladas en el fogón no pueden mantener la llama vital, nosotros no podemos vivir en soledad, necesitamos sabernos parte y ser útiles para los demás y así juntos cuidar el fuego de la vida. Tenemos mucho por hacer, al alcance de nuestras manos. Por nosotros, por los nuestros, por el conjunto y por los que vendrán, la lucha es también con nosotros mismos. Para que todo esto no haya sido en vano, intentemos salir mejores de todo esto, procuremos dar y darnos la mejor versión de nosotros mismos.

*Psicóloga Psicoanalista
M.N.: 39.223
veroedithcaceres@hotmail.com