Don Tristán
«Pepe» Miranda, comparte en este relato, las vivencias de entrañables vecinos de la Villa Dolores de calles de tierra.
Don Tristán Salomón era uno de esos sirios, o libaneses, que llegaron a nuestros pagos seguramente corridos de su tierra natal por quien sabe qué razones, y recaló en Villa Dolores.
Era un hombre bueno y no se metía con nadie , sólo se picoteaba con Don Damilano, que le decía:
– Esstranngero que le saca el trabacco a lo pobre creoyo.
– Caye, gringo, caye ché!! – le contestaba el “ turco”.
Tristán era dueño de una yegüita alazana tuerta, que se le escapaba a cada rato. Y salía el turco a preguntar por su animal diciendo: “No ha visto ché, cabayo mujer mía ojo nosta?”
Esa yegua lo llevó por todo el oeste de nuestra zona.
Pasando San Vicente, tirando la jardinera de la “tendita ambulante”, y como en esos tiempos la plata era muuuuy escasa, se usaba el trueque. “Un beine, un esbejo, un aro y una botellita de agua florida mas sei velas y caja de fóforo, todo…. igual un poyo ché.” Y así volvía a casa con la jardinera vacía de mercadería, pero llena de pollos, chivos, cueros, huevos y todo lo que a él le costaría mucho dinero adquirir y que al venderlas en el pueblo mejoraba su economía.
Una vez lo agarró una malaria. Los viejos y las viejas no compraban ni agujas. Y Tristán ya estaba seriamente preocupado. Llegó hasta el desmarque (límite) de La Rioja, y nada. Y ya empezó a sentir hambre, porque la comida que traía se había esfumado creyendo que algo iba a vender.
Perdidas las esperanzas, dio la vuelta y le pegó para Dolores, como a las dos de la tarde llegó a un rancho cerca de San José a pedir agua y la patrona le empezó a preguntar: –¿A cómo el jabón de pan?… y la cintita verde?….¿alguna enagüita …tendrá?… Al Usebio le faltan “alpargasta”…del 12 habrá?.-
Tristán estaba mudo. Tres días andando “por donde el diablo perdió el poncho” y la venta estaba casi saliendo de la casa.
La doña se surtió de todo y le dice:
– Mire don turco que lo único que tengo pa’ pagale son tres quesos criollo del tamaño de la lata de dulce de batata.
– Tarán bueno eso queso, che..?
– Ma fale, don turco, queré probá, tengo uno empesau.
– A ve che-, con el hambre que traía eso era un manjar. -Bueh listo ese poyo!! La veo otro mes.
Salió al camino y pensó, yastá vamo a las casa. Pellizcó un pedacito de queso y se vino al tranco.
Al mes y medio, vuelve a pasar por el ranchito aquel y cuando lo ven, sale la doña, el marido, dos chinitas jóvenes y le dicen con alegría:
– Qué suerte que vino! ¡Lo tábamos esperando. L’ hice sei quesos pa’ comprale de todo -gritaba la patrona–
De repente , Tristán se para en el pescante y dice: “Nooo. Queso noooo, nunca más queso!”
Extrañada la señora exclama: -Velo al turco loco! La otra vez me los sacó
e´ la mano a los queso y aura no quiere. ¿Por qué no quiere?
– ¡Borque yora el ojo, arranca el basto y queso no saaaleee !