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El Cordobazo en Villa Dolores

A 53 años..

Por Sergio Coria

El 29 de mayo del 69, en Villa Dolores se seguían a través de las radios las instancias de lo que estaba sucediendo en la ciudad de Córdoba. La actividad sindical local por entonces se limitaba a unos pocos gremios que estaban organizados (panaderos, vitivinícolas y mercantiles) o se estaban organizado y el paro no alcanzó grandes niveles de adhesión. Los bancos permanecieron con sus puertas cerradas. En la antigua “Dirección General Impositiva (DGI)”se logró una adhesión total. Las escuelas provinciales no dictaron clases en tanto que en las nacionales y privadas la asistencia de docentes y alumnos sólo se vio afectada por la ausencia del servicio de transporte público de pasajeros. En la Escuela Comercial “Centenario” que funcionaba en la Escuela Normal en horarios vespertino y nocturno es donde el presentismo alcanzó el 50%. A pesar de las amenazas de las autoridades escolares con sancionar las ausencias con “doble falta injustificada”

Seguramente durante la mañana en los bares que circundaban la Plaza Mitre se comentaba e intercambiaban informaciones de los disturbios de se sucedían a la capital provincial

Al mediodía se iban despoblando comercios y las mesas del almuerzo familiar iban ganando el cotidiano protagonismo.

Mientras la siesta iba ganando somnolencias en los habitantes de la villa, Daniel Octavio Castellano, se debatía entre la vida y la muerte en una sala de la antigua Clínica Buenos Aires ubicada en el corazón de Nueva Córdoba. En horas del mediodía en proximidades de la terminal de ómnibus, una bala le impacto en la cabeza en momento que la policía montada vaciaba cargadores sobre los manifestantes en un intento por evitar que los trabajadores avanzaran hacia la Plaza Vélez Sársfield.

Había comenzado El Cordobazo.


Daniel Octavio Castellano

Daniel Octavio Castellano

Oriundo de Villa Dolores, miembro de una familia tradicional de la ciudad. Sus padres, los profesores Daniel Enrique Castellano (Don Daniel) y Orfelina Ida Ferreyra (Doña Orfelina). Además de dar clases, Don Daniel, administraba un campo en la zona de San Carlos Minas en tanto que Doña Orfelina alternaba la escuela con la crianza de los hijos.

Llegada la adolescencia de Daniel, su padre comenzó a notar rasgos de rebeldía en él, que lo llevaron pedir el consejo del tío Arzobispo, Mons Ramón José Castellano (1), quien sugirió que lo enviaran de pupilo al Colegio de la Inmaculada Concepción en la ciudad de Santa Fe. Allí Daniel fue formado bajo los principios jesuitas y tomó contacto con las ideario de la Opción por los Pobres y del movimiento sacerdotal que luego se conocería como Curas del Tercer Mundo.

Según cuenta su hermano Carlos, se volvió un joven introvertido. “Cuando volvía a Villa Dolores, casi no salía. Había cambiado mucho. Mientras estaba en Santa Fe muy de vez en cuando salía del internado a visitar algún pariente, pero generalmente se quedaba en el colegio.”

Carlos Castellano

En Santa Fe recibió la Cruz Jesuita”, dice Carlos, indicando el compromiso asumido por Daniel con la orden creada por Ignacio de Loyola. Recuerda además algunas conversaciones de su hermano mayor impregnadas de un sentido social muy comprometido y hace referencia a lecturas y libros que solía tener a mano “Daniel leía libros del Che Guevara, y de política latinoamericana, me parece” dice Carlos mientras sus ojos buscan en el aire del bar alguna imagen de ese recuerdo.

Existe una reflexión que Daniel firmó el 18 de agosto de 1968 y en donde queda plasmada de modo indudable su ideología en favor del prójimo. (Ver Oracion Para Arriesgar la Vida) El texto tiene pasajes premonitorios, si se le busca el lado enigmático, sin embargo, y a la luz de los acontecimientos, sólo es el manifiesto de una vida coherente.

En mayo de 1969, Daniel cursaba el primer año de la carrera de Arquitectura en la Universidad Católica de Córdoba. Al parecer los superiores de la orden habían advertido en él dotes de diseñador y constructor. El último verano que Daniel paso en Traslasierra, pasó unos días en el campo de San Carlos Minas colaborando con las tareas rurales y su entusiasmo le valió la reprimenda de su madre que le recomendó terminar la carrera y luego pensar en trabajar. En esos días fue que encontró una rama seca que llamó su atención por la similitud con una víbora. La recogió y la llevo a la casa en donde aún permanece exhibida sobre un dintel.

Morir en la Terminal

María de las Mercedes Malatesta (Nena) , prima de Daniel, y quien por entonces vivía en las ciudad Córdoba, recuerda que el jueves 29 de mayo, su primo junto a otros compañeros debían presentar un trabajo práctico y como el día anterior ya se sabía que no iba a haber servicio de transporte, él decidió pernoctar en la casa de un compañero que vivía en la zona de Nueva Córdoba y garantizar así su asistencia a la facultad.

Foto: Archivo Télam/ef

Antes del mediodía, y aprovechando la cercanía con la vieja terminal de ómnibus que funcionaba en la Av. Vélez Sársfield al 700, se le ocurrió oportuno enviar una encomienda a su casa. Su madre le había comprado un pantalón a la moda en “De León Sport”, reconocido comercio dolorense recordado por la calidad y la elegancia de las prendas masculinas que ofrecía. Para Daniel ese pantalón era ostentoso y no se condecía con las característica de la vida austera que había decidido seguir. Avisó a su compañero que ya volvía, y enfiló con la encomienda bajo el brazo hacia la terminal.

A esa hora el lugar estaba muy concurrido. Muchos estudiantes que ante la inminencia de posibles disturbio respondieron al llamado de sus padres para que regresaran a sus hogares en el interior provincial, gestionaban pasajes hacia su respectivas ciudades. Una de ellas era la profesora Martha Romero quien junto a otros estudiantes esperaban tener lugar en el colectivo de las 14. En eso estaban cuando comenzaron a escuchar la marcha de los trabajadores que avanzaba desde el sur por Avenida Vélez Sársfield.

Primero fueron detonaciones de las bombas de estruendo pero luego le sucedieron los estampidos de las armas de fuego. De inmediato quien atendía la boletaría hizo pasar al interior del estrecho recinto a todos los jóvenes que hacían cola y comenzaron colocar las encomiendas entre ellos y las vidrieras a modo de protección. Martha recuerda el sonido de las balas que impactaban en las paredes, y los gritos que escuchaban en la calle.

Terminado el enfrentamiento y ya con relativa calma en la zona, salieron nuevamente al sector de plataformas y pudieron advertir en las paredes las huellas de los impactos de balas y el penetrante olor que dejaban las granadas de gases que se había arrojado.

Minutos después se enteraron que en al puerta habían herido gravemente a un joven. No supieron en el momento que se trataba su coterraneo Daniel Castellano y junto a Máximo Mena pasarían a ser las primeras víctimas de la represión policial.

Según el relato de Nelly Beatriz Castellano, hermana de Daniel, el joven fue auxiliado por obreros y estudiantes que lo llevaron a la Clínica Buenos Aires en la calle Buenos Aires al 550 aproximadamente y que era el centro asistencial más próximo.

Una vez ingresado los médicos que le proporcionaron los primeros auxilios buscaron documentación y encontraron entre sus ropas su libreta de enrolamiento y una tarjeta escrita a mano, pero claramente con todos sus datos filiatorios y a quien se debía avisar en caso de que le sucediera algo.

Así supieron que era de Villa Dolores y recordaron que en la pensión de enfrente habitaban estudiantes de la misma ciudad.

En efecto. Al frente del nosocimio, en Buenos Aires 514, funcionaba la pensión de Don Bonifay, lugar donde se alojaban jóvenes estudiantes oriundos de Villa Dolores.
Al rededor de las 12.30 el estudiante de abogacía, que llegaría ser Fiscal de Cámara, Miguel Ferreyra, fue convocado junto a sus compañeros de pensión Oscar Carena y Víctor Barroso para realizar un reconocimiento.

Los muchachos accedieron a esa tarea y advirtieron que el herido que buscaban identificar era su vecino de la ciudad natal. Según recuerda Nena” Malatesta, el padre de Miguel, el Dr. Martín Ferreya fue quien se comunicó con su mamá, Mercedes Aurea Ferreira de Malatesta y le informó que su hijo Miguel había reconocido al joven herido.

Por su parte Miguel Ferreyra recuerda aquel momento en que, junto a sus compañeros, los hacen pasar al sector donde estaban atendiendo al herido a quien sólo se le suministraba suero. Por la gravedad de la lesión cerebral, los médicos no le daban esperanza de vida.

Ni bien conocida la información, la familia se dispuso el trasladado de los padres a la ciudad capital. A Doña Orfelina la acompañó su hermana Mercedes de Malatesta y en taxi emprendieron el viaje que se realizó por el camino a Cruz del Eje puesto que debían recoger a Don Daniel que estaba en el campo familiar cercano a San Carlos Minas.

Ya entrada la noche el vehículo llegó a la ciudad bajo Toque de Queda. Ingresaron por la Av. Fuerza Aérea y detuvieron la marcha a la altura de la Escuela de Aviación Militar (EAM). Allí, un joven oficial que cumplía órdenes de un tío del joven herido, el Mayor Guillermo Luis Castellano(2), quien estaba destinado en Edificio Cóndor, sede de la Fuerza Aérea, les dio indicaciones por donde transitar y les asignó la custodia de dos soldados con bandera blanca para poder atravesar la ciudad hasta la clínica ubicada en barrio de Nueva Córdoba.


«Nena» Malatesta recuerda el relato de su madre que daba cuenta de lo dificultoso y lento que fue el transporte, debido a constantes maniobras para evitar barricadas o restos de ellas que abundaban en la avenida y eran visibles por las ya exiguas llamas o por la luminosidad de una portentosa luna llena. “era el panorama de una ciudad en guerra” recuerda Nena que le contaba su madre. Mientras se acercaban al centro se escuchaban con más claridad y fuerza algunos disparos y hasta llegaron a ver las huellas luminosas de las balas trazantes que surcaban el cielo de la ciudad a oscuras.

Atardecer de un día agitado en Villa Dolores

Conocida en Villa Dolores, la noticia sobre lo acontecido a Daniel, un grupo de jóvenes alumnos de la Escuela Comercial “Centenario” (Actual IPEM 146) que funcionaba en el edificio de la Escuela Normal, comenzaron a alentar una suerte de asamblea que finalmente de concretó en las escalinatas de la escuela a eso de las 19.30, para decidir la no asistencia a clases como forma de protesta y adhesión a los estudiantes que participaban de los sucesos en Córdoba.

Según la crónica del diario Democracia del día viernes 30 de mayo, al advertir el tumulto de jóvenes una comisión policial al mando del por entonces comisario Luis Vrech se aproximó sin necesidad de intervenir. Los jóvenes luego se encaminaron hacia la sede de la Sociedad Italiana con el propósito de continuar la asamblea, pero al negársele el acceso se dirigieron al Pasaje Central.

Todo el trayecto de los alumnos fue seguido de cerca por un móvil policial que se estacionó sobre calle Belgrano casi esquina Arzobispo Castellano.
Mientras en el Pasaje Central unos treinta muchachos deliberaban pacíficamente, se acercaron dos efectivos policiales con quienes comenzaron a discutir cada vez más vehementemente. En un momento los efectivos tomaron del brazo a uno de los asambleístas con intenciones de detenerlo. El joven se resistió y logró liberarse y emprendió una corta carrera por Plaza Mitre que duró hasta que los policías, cachiporra en mano, lo aprehendieron nuevamente. Los asambleístas, entonces, comenzaron a gritar contra la policía y a arrojar cajones de basura a los uniformados mientras subían al joven al auto policial, al tiempo que expresaron su apoyo hacia el detenido al grito de “estamos con vos Gallego…”. (Si bien la crónica periodística se abstuvo de nombrarlo por ser menor de edad al momento de los sucesos, pudimos determinar que se trataba de Eduardo “Minino” Garcia, alumno de la escuela Comercial, discípulo del Don Daniel).

Ante esta actitud de los jóvenes, los policías arremetieron contra ellos y se produjeron corridas por la plaza sin logar detener a ninguno. Finalmente una consigna policial se mantuvo expectante frente al desperecido bar El Esplendido, mientras algunos parroquianos hacían estallar petardos en el interior y exterior de local y se burlaban de los agentes del orden.
El Dr. Jorge Alfredo Rigo, por entonces Presidente del Colegio de Abogados fue quien intervino en las gestiones para lograr la libertad del joven García.


«El Espléndido cuadro» de María Cristina Torres (2001)

Esa tarde el Dr. Rigo, junto al secretario del colegio Dr. Enrique Gragera, firmaron un comunicado en donde la institución “se ve en la ineludible obligación de expresar: Que cree en el imperio del Derecho como principal fundamento del Orden Público, el que únicamente puede ser mantenido con la vigencia plena de los derechos y garantías constitucionales. Que repudia el ejercicio desproporcionado de la fuerza que dio como tremendo resultado la inmolación de jóvenes estudiantes y obreros…
Así culminaban los incidentes que se produjeron en Villa Dolores el día del Cordobazo.

La muerte de los sueños

El sábado 31 de mayo se produjo el deceso del joven Castellano, puesto que la herida de bala provocó daños irreparables.
El fallecimiento de Daniel Octavio Castellano, de dieciocho años de edad, se registró en el acta Nro 1327 TOMO “2” Serie “A”2 del Año 1969 de la Dirección del Registro Civil de la Ciudad de Córdoba, el día 1 de Junio de 1969.
En el instrumento público no se especifica la hora del deceso, pero como causa de la muerte se consigna “herida cráneo encefálica” según el certificado del Dr. Juan D. Alba.

Daniel iba a cumplir 19 años el quince de junio de ese año.

Acta de Defunción de Daniel Castellano

El traslado del cuerpo fue otro obstáculo a sortear ya que la ciudad de Córdoba estaba bajo el control operacional de las fuerzas armadas. Por esas horas, el Mayor Guillermo Castellano había arribado a Córdoba para acompañar a su hermano en el trágico momento. Es justamente él quien gestiona un vuelo para trasladar los restos del joven.

La mañana del lunes 1 de junio se presentaba nublada, fría, muy gris en Traslasierras.

En la plataforma del aeródromo de Villa Dolores, familiares y amistades de Daniel, esperaban la llegada de avión Guaraní que lo devolvería a su terruño. Rosita Castellano era una niña que aguardaba entre acongojados familiares, “Era una mañana muy gris, horrible…” recuerda mientras la memoria le devuelve las sensaciones de aquel instante. “En el avión, junto al féretro venían mis hermanos, Daniel (el padre de Danielito), Guillermo, y la tripulación de la aeronave
Posteriormente el cuerpo de Daniel, fue trasladado en la casa familiar ubicada en calle Antonio Torres 113, en donde se montó la capilla ardiente. Vecinos de Villa Dolores y de las contiguas Villa Sarmiento y San Pedro pasaron por allí o para despedir el joven y consolar a la familia. El carácter multitudinario del velatorio quedó registrado en la mención que hace el diario La Voz del Interior cuando se refiere a la muerte del estudiante. Por su parte el diario Democracia, en la publicación del 2 de junio, realiza una minuciosa crónica bajo el título “Una Multitud despidió los restos del joven Daniel Castellano. Hubo discursos

Avión Guaraní – Imagen ilustrativa


Carlos Castellano que por entonces era un niño recuerda: “durante el velorio vinieron unos jóvenes. Creo que eran alumnos de mi padres y le pidieron a mi mamá permiso para poner una bandera argentina sobre el féretro”. Envuelto el ataúd en el símbolo patrio fue trasladado a pulso hasta la parroquia para la realización de una misa. Posteriormente el nutrido cortejo de dirigió al cementerio local.
Eduardo “Minino” García, el joven detenido la tarde del 29, y que era discípulo del Don Daniel, sentía una gran estima por su maestro. De hecho García fue quien haciendo gala de una sentida prosa despidió los restos del joven Daniel.
(Ver Palabras de Eduardo GarcíaMinino-para despedir los restos de Daniel Octavio Castellano)

Para la familia Castellano la vida nunca más volvió a ser la misma. El matrimonio decidió instalarse en la ciudad de Córdoba para acompañar de cerca a sus tres hijos durante la formación superior o universitaria.
Liliana, Nelly y Carlos recuerdan el desarraigo y no pueden evitar suponer que ese mismo sentimiento albergó su hermano mayor cuando fue destinado a Santa Fe.

Doña Orfelina falleció muy joven a causa de una neumonía. Don Daniel falleció en junio de 2018, habiendo logrado recibir el resarcimiento de una tardía justicia que colocó a su hijo en la lista de las víctimas de la violencia estatal.

Daniel hoy tendría 69 años y próximo a cumplir los 70, y su historia estuvo demasiado tiempo cubierta por el polvo del olvido. Desde estas páginas hacemos este pequeño aporte a una historia que recién comienza a contarse.


Palabras de Eduardo García (Minino)
para despedir los restos de Daniel Octavio Castellano

Eduardo «Minino» García

Una circunstancia aciaga y dolorosa nos ha reunido aquí, bajo este cielo turbio, que parece acompañarnos con este cortejo gris.

No hay palabras, no hay modos, no hay llantos para expresar este desolado sentimiento de, impotencia contra el destino que truncó esta vida joven. Que cegó estos 18 años tan llenos de esperanzas. Que sumió en el desconcierto y la pena a sus padres y hermanos, a sus amigos y compañeros y al pueblo todo que lo vio crecer y hacerse hombre.

Dieciocho años cruelmente inmolados como los lejanos sacrificios de la antigüedad, en un inútil holocausto para aplacar venganzas. Pero como estamos al servicio de la historia, creemos el vivir imperativo del progreso de la ciencia y no comprendemos, joven, igual que vos, que la muerte sea el tributo para alcanzar una meta.

No nos resignamos. No.

Y en una rebeldía que nos nace en lo más profundo de nuestro corazón, te decimos: Daniel Octavio, tu cuerpo no está ya aquí, pero tu espíritu se ha transformado desde el momento mismo de exhalar tu último suspiro, en el estandarte que guiará nuestras almas jóvenes.

A tu lado, en apretado racimo, te decimos los estudiantes de Villa Dolores, muchachos y chicos que fueron tus amigos y compañeros, que te consagramos mártir de estas horas tristes de la Patria, que tu vida no se apaga, sino que ilumina con claridad el camino que debemos seguir para objetar la injusticia, y que desde el más allá sabrás guiarnos».

El dolor de la sacudida conmovió nuestras fibras más íntimas y como los árboles jóvenes nos doblamos, pero no nos quebramos. Al contrario. Una fuerza que parece purificarnos, nos empuja hacia nuevas metas de superación


ORACIÓN PARA ARRIESGAR LA VIDA

Señor, yo quisiera ser de aquellos arriesgan su vida, que dan su vida.
¿Qué fin mayor tiene la vida si no es darla?
¡Ay! Yo no soy más que un “burgués” en el seno de un mundo «burgués».
Yo soy el producto de la edad del confort. Se han tomado para mí todas las seguridades todos los riesgos han sido cubiertos
Yo soy el partido del orden… Quiero para mi país, para mi familia, para mi dinero la seguridad
Tu Señor que naciste al azar, durante un viaje. Y fuiste muerto como un malhechor después de haber corrido sin dinero todos los caminos, arráncame de mi egoísmo y mi confort.
Que marcado con tu Cruz, no tenga miedo a la vida ruda, y a los puestos donde se arriesga la vida, a les puestos donde uno se obliga a responsabilidades…
Pero. Señor, más allá de todas las aventuras más o menos deportivas, más allá de todo heroísmo de relumbres
Tórname apto para la bella aventura a que me has llamado.
Yo he comprometido mi vida, Jesús, sobre tu palabra. Yo he jugado mi vida, Jesús, sobre tu amor. Otros piensan que es necesario conservar, pero Tú me has dicho que he de Dar.
Otros bien pueden ser sabios, pero Tú me has dicho, era menester ser loco.
Otros creen el orden, pero Tú me has dicho que he de creer en el amor.
Otros se instalan pero Tú me has dicho que he de marchar y estar pronto a la alegría y al sufrimiento; a los descalabros y a los éxitos.
Que no he de poner mi confianza en mí sino en Ti. Que he de jugar el juego cristiano, sin preocuparme de las consecuencias.
Y finalmente que he de ARRIESGAR mi vida, contando con tu amor.

  • ¿SEÑOR? ¿ES ESTO TAN AJENO A SER CRISTIANO?

Daniel Castellano
18 de agosto de 1968


FUENTES:
Entrevistas a Nelly y Carlos Castellanos (hermanos de Daniel), Rosita Castellano (tía de Daniel), María de las Mercedes Malatesta -Nena- (Prima de Daniel), Profesora Marta Romero de Sotile, Dr. Miguel Ferreyra, Cr. Oscar Carena,Sr. Víctor Barrozo, Alicia Recalde, Miguel "Vitín" Baronetto, Profesor Enrique Escudero (Cba), columnista del Diario Comercio y Justicia y participante de la columna de estudiantes que junto a trabajadores fueron reprimidos en cercanías de la antigua terminal de ómnibus de la ciudad de Córdoba.   

Bibliografia:

– Diario Democracia ediciones del 29 de mayo al 2 de junio de 1969 –
La representación de los movimientos y rebeliones populares en el cine argentino: el fenómeno del Cordobazo – Dra. Ana Laura – Lusnich Universidad de Buenos Aires – CONICET

El Cordobazo y el clasismo en Córdoba: De la insurrección obrera al Navarrazo – Recopilación/Resumen a cargo de: Daniel Gaido, Florencia Mercado.

James P. Brennan, El Cordobazo: Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976, Editorial Sudamericana, 1996.